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miércoles, 30 de enero de 2013

La ontogenia recapitula la filogenia



En un principio fue un pez gravitando en un océano amniótico. Después se tapiaron sus hendiduras branquiales y le crecieron unos muñones traslúcidos con los que pataleaba tratando de apoyarse en la esfera que lo contenía. Los pulmones y las escamas que desarrolló más adelante le dieron un aplomo que nunca antes había experimentado.
Casi al final del trayecto unas plumas regurgitadas por su boca de carnívoro le remitieron al ave que llevaba dentro. Por fin nació en forma de sorprendido homínido rebosante de mucosidades, ante la mirada curiosa de sus papás.
Creció con todos los atributos de los mamíferos: pelo, labios chupadores y una insistente necesidad del calor de la manada. Al final de la adolescencia sintió la urgencia de volar en parapente para poner a prueba sus hormonas. Durante su madurez se curtió a base de arrastrarse de un trabajo poco digno a otro. Ya en la vejez mudó de piel y sus duras escamas protectoras dejaron al descubierto la piel transparente y delicada de un anfibio. Murió boqueando como pez fuera del agua. 

3 comentarios:

  1. Brillante vieaje de ida y vuelta, Paz, con esa circularidad borgiana tan difícil de conseguir.

    Veo que no aflojas el ritmo. ;-)

    Un abrazo.

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  2. Mientras tenga fondo de armario, seguiré amueblando la casita.
    Las leyes de la evolución están para romperlas, pero solo en la ficción.
    Hasta la próxima , miembro honorario desenfocado!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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