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lunes, 28 de julio de 2014

Memoria prodigiosa





Todavía me alteran los portazos. Recuerdo la escena con total claridad: el aullido saliendo de su boca asimétrica, mamá corriendo para abrir la puerta, el color violeta de ese dedo transformado en lombriz, la marca de viruela en el brazo tembloroso de mamá, los cubitos de hielo envueltos en una bayeta…Hace más de veinte años que mi hermana se pilló el dedo en la puerta de la cocina. Aun conserva una muesca con textura de pergamino y forma de media luna alrededor de su meñique deformado.
Lo más curioso es que, según mi madre, yo no estaba allí.



Subo a primera fila este micro , con el que- según me acaban de avisar- he obtenido un accésit en el Segundo Concurso Colaborativo de Cuentos para el andén. Acompañando a amigos admirados como Asun Gárate , Lorenzo Rubio y Ricardo Álamo. Enhorabuena a la ganadora y a todos los seleccionados.  ¡Estoy feliz!



                                               Cuentos para el andén nº 30 Septiembre                                      
 


martes, 22 de julio de 2014

Colores

                                                                                                           Para Sara 

Si se miran desde lejos, los Puertos de Beceite  se ven de color azul. Eso lo sabía yo con cinco años porque cada verano pasábamos las vacaciones en Tortosa. Siempre me impresionó el enorme macizo con forma de mujer dormida al fondo del valle. Y era azul. Luego he comprobado que no ocurre únicamente allí.
Ahora tengo dieciséis años. Acabo de terminar los estudios obligatorios. He sobrevivido a todo tipo de situaciones en mi trayectoria escolar, pero lo que me pasó el primer día de P5 ha quedado grabado a fuego en mi memoria. Creo que fue ese hecho el que, con el tiempo, me ha convertido en lo que mis profesores califican como una “chica rebelde”.
El primer día de curso, la señorita nos pidió que dibujáramos lo que habíamos hecho en verano, qué era lo que más nos había gustado del lugar de vacaciones. Yo dibujé, orgullosa, el chalet de mis abuelos:  la morera,  los gatitos, la piscina, mis hermanos bañándose en ella…y al  fondo la gran montaña azul. No entendí  por qué la profesora —cuando empecé a pintar con gran concentración el color de la montaña— me dijo, como si estuviera ofendida, que repitiera el dibujo. Que las montañas no eran azules, eran marrones o verdes, pero nunca azules. Lo único que era azul era el cielo, sino ¿cómo íbamos  a distinguir la montaña del cielo en el dibujo?, recalcó.
Yo la miré desolada y le dije que en Tortosa las montañas eran azules. Me contestó que eso era imposible, que lo debía de haber imaginado. Borré el color azul y coloreé la montaña de marrón, conteniendo mi congoja.
Este mes de Agosto hemos regresado a Tortosa. La enorme mole señorea el paisaje como una gran madre omnipresente. Allá donde mires está la montaña azul, se extiende bordeando el horizonte, no puedes escapar de su presencia. Acabo de hacerme una foto con la dama durmiente al fondo para dejar constancia de los orígenes de mi tozudez geológica, de lo absurdo de muchas de las ideas y prejuicios que nos transmiten algunos docentes, de mi rechazo a “lo que tiene que ser”, al “porqué sí”, a que me digan lo que tengo que hacer o lo que tengo que pensar. Voy a colgar la foto en el Facebook, aunque nadie entienda lo que significa para mí.


 Estoy en Tortosa. Sara está lejos, añoro nuestras conversaciones madre-hija. Y me acaban de pasar la portada definitiva del libro que he escrito con Jordi de Manuel, que saldrá en septiembre. Situaciones reales sucedidas en las aulas y transformadas  en relatos.En catalán, de momento. Por todo esto he elegido este relato del libro, para demostrar lo emocionada que estoy.
 ¡Gracias a todos los que habéis colaborado contándome vuestras historias! Y gracias a la editorial , por apostar por nosotros tal como están las cosas. Ha sido una experiencia extraordinaria escribirlo. 

                     Jordi y yo , contentísimos de haber trabajado juntos en este proyecto.

domingo, 13 de julio de 2014

Aventuras



Aquel mes de Agosto había sido planificado con todo detalle y con mucha antelación. En Enero ya sabíamos que el pequeño iría de campamentos y que los dos adolescentes aprenderían inglés: la chica en Irlanda y el mayor en Canadá.
Cuando tuve los billetes de avión en la mano y el campamento pagado me encontré con el regalo de cuatro semanas sin niños. Como mi marido se iba a quedar trabajando en la ciudad, para poder así mantener el nivel de vida de su insaciable familia-decía él bromeando-decidí aceptar la invitación que tiempo atrás me había hecho mi prima , la que vivía en Australia.
Los miembros de mi familia se iban a diluir por todo el planeta, impacientes por vivir aventuras.
A la vuelta de nuestra particular diáspora, mi marido me esperaba sonriente en el aeropuerto. En cuanto me acerqué a besarle noté como un brillo nacarado en su cutis. Entonces me di cuenta. Y supe que nunca podría echarle en cara que él hubiera sido el único de la familia que había tenido una auténtica aventura. 


jueves, 3 de julio de 2014

Hemisferios

Ilustración: Mike Worrall


Aquella fatídica noche la yaya Martina perdió a la mitad de su marido.
              Desde entonces él canta pero no habla, copia pero no escribe. Juega al parchís pero no a los bolos. Sonríe dibujando una asimétrica media luna.
 La yaya sabe que él solo la ve si se acerca por la izquierda. Desde ese lado le habla, en una conversación en la que ella inventa y pone voz a la otra mitad. Ya no discuten, solo se miran y se interpretan,  como si buscaran salir de un laberinto.
Ella se empeña en compensar esta extraña partición: ahora le quiere el doble que antes. También está el doble de cansada. Nunca imaginó que se pudiera morir a plazos. 
              Ya está empezando a habituarse a este nuevo marido manso y silencioso, a esa línea imaginaria que divide su cuerpo en dos, dejando una garra a un lado y una mano al otro, a ese movimiento infinito de ida y vuelta de la cama al comedor en la silla de ruedas. 
             Contempla los radios de las enormes ruedas que giran como un interrogante a lo largo del pasillo.
             No entiende, pero acepta. Como cada vez que la vida le dio una noticia inesperada.



Con este texto he participado en la convocatoria de Junio de Esta noche te cuento, con el tema "En el laberinto" http://estanochetecuento.com/hemisferos/